lunes, 19 de abril de 2010

Primavera, optimismo.


No lo pudo evitar, llegó la primavera, y, con ella, el recuerdo de lo más bonito de su vida. Sintió tal nostalgia que no pudo evitar llorar, llorar por aquel amor perdido, llorar al recordar un nuevo fracaso.
Un nuevo fracaso? Sí, no puede negar lo evidente... se sintió desgraciado, patético, torpe, inútil.
Minutos después consiguió calmarse y comenzó a pensar, pensar en las cosas buenas que la vida le había ofrecido día a día, en los amigos, en la familia, en esas tardes de poker, en las noches de fiesta, en los veranos de la infancia que nunca se olvidan, en la gente que de verdad le hacía felíz.
Sintió renovadas fuerzas, levantó su cabeza de la almohada empapada en sudor y lágrimas y sonrió, hacía mucho tiempo que no sonreía. En ese momento supo cómo y con quién afrontaría la vida, no más lágrimas, no más tristezas inútiles por personas que no se merecen ni una muestra de amabilidad.

Texto: Iago Montes
Fotografía: Brais Vázquez.

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